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W. Griem, 2015 - 2020
Francisco Marcial Aracena (1884)
Contenido
Figuras
Anotaciones
Texto de Aracena
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página 29 - 35
Ejes de un carro en la mina Portezuelo, Región de Atacama - Chile
Francisco Marcial Aracena describe en forma muy detallada la historia y la actualidad (1884) de las minas de Carrizal Alto - especialmente la mina Mondaca y Portezuelo.
Se nota en las descripciones una cierta resignación - obviamente el boom minero ya se acabó y muchas empresas mineras tenían problemas económicos. Un vistazo a la estadística de la población de Carrizal Alto confirma la sospecha: Los tiempos buenos ya se acabaron.
Carta del sector Carrizal (Gilliss
.
Personas de Atacama
Francisco M. Aracena
Los textos originales fueron digitalizados, transformados a ASCII redactados por Dr. Wolfgang Griem.
Literatura: Carrizal Alto
Extractos del libro "Atacama y Coquimbo - Y los Grandes y Valiosos Depósitos" de Francisco Marcial Aracena (1884). Una detallada descripción de las actividades mineras en el norte de Chile: Aquí el párrafo de las minas de Carrizal Alto.
IV.
Como dejamos dicho, el mineral de Carrizal Alto atraviesa en el
día por una tremenda crisis. Hoi no es ni sombra de su preponderancia
pasada.
Sus minas principales están casi agotadas por la enorme profundidad
a que en el día se encuentran sus planes.
La mina Portezuelo, por ejemplo, tiene no menos de setecientos metros
de hondura, y así las demás. El metal que en el día se explota en
este mineral es el bronce amarillo, de una lei de 14 a 16%.
Hai minas que de esta clase de metal han dado cantidades fabulosas,
merced a la potencia de sus vetas. Así la Mondaca, por ejemplo,
ha tenido anchuras de dieciséis o dieciocho metros. En el día esta
mina ha sido casi enteramente rasgada, así como la jeneralidad de
las del mineral con el propósito de extraerles hasta la última mancha
de metal que pudiera haberse escapado en los alcances anteriores.
V.
El famoso mineral de Carrizal- Alto no abarca todavía un siglo de
existencia, pues sus primeras minas empezaron a trabajarse superficialmente
a fines del siglo pasado.
Su formación jeolójica es granítica en su mayor parte, pues se encuentra
situado a lo largo de una serie de aridísimas colinas que forman
una antiplanicie en la cordillera de la costa. Como acontece en
Tamaya y en La Laja, como lo veremos más adelante, Carrizal presenta
dos potentes vetas, que son las principales, denominadas la Veta
Grande y la Veta, Chica, aparte de un gran número de otras vetas
mucho mas secundarias, pero nunca de escasa importancia.
La veta grande corre al poniente del mineral, y en cuya corrida
se encuentra situada la célebre mina Mondaca, de fabulosa riqueza
treinta o cuarenta años pasados.
VI.
Fue el primitivo dueño de esta famosísima mina un pobre minero de
aquellas soledades, apellidado Mondaca, que dio su nombre a la mina,
pertenencia que se hizo célebre por su gran producción de metales
de color, entre los cuales descollaban los carbonatos, los espumillas
y el atacamita. Siguiéndose a la usanza de aquellos tiempos, esta
valiosísima pertenencia trabajóse siempre de la manera más imperfecta
que darse pueda, es decir, labrándose sus labores en forma de agujeros
diformes o simples covacheras. La producción era sacada a la superficie
a las espaldas de los apires en capachos de cuero usados por los
indíjenas como las bateas de palo para lavar el oro en Maleara o
Andacollo. Después de algunos años de abundantísima producción,
la mina Mondaca agravóse de una malvada consunción, como acontece
casi siempre a todas las minas que han sido poderosamente ricas,
como el Pique, Rosario y San José en Tamaya; La Hermosa y Guías
Verde en Andacollo; Trinidad y Toro en La Laja; la Llanca, las Casas
y muchas otras en la Higuera; Bateas en Punta del Cobre; la Elena
en Ojanco; Dulcinea, en Puquios; la famosa Limbo en el Salado, al
interior de Chañaral; la Fortunata y el Frontón en las Animas, etc.,
etc.
Habiendo pasado la mina Mondaca a ser propiedad del caballero huasquino
don Mariano Saavedra, desde el año de 1840 hasta el de 1858, siguió
una marcha de profundísima y sensible decadencia, como igualmente
todo el mineral de Carrizal, hasta que en el año último que hemos
nombrado, esto es, en 1858, don José María Ovalle, por encargo de
doña Tránsito O. viuda de don Mariano Saavedra, propuso en venta
al intelijente minero don
José Ramón Ovalle, que en ese
entonces daba amplio vuelo a su extensa fundición de cobre situada
en el puerto de Coquimbo, hoi completamente abandonada, la célebre
mina de nuestra referencia.
Esta negociación dio oríjen a un largo y costosísimo pleito pues
don Mariano Saavedra, en el año de 1856, había vendido a don Roberto
Waddington la mitad de la expresada mina, venta que poco después
se trabajo porque fuese nula.
VII.
Por fin, el 15 de Junio de l858, don
José Ramon Ovalle ajustó el convenio
definitivo con doña Tránsito O. viuda de Saavedra por la compra
de la mitad de la mina Mondaca, quedando comprometido a habilitar
la otra mitad de la mina perteneciente a sus menores hijos que lo
eran en ese entonces don Arístides, hoi socio jerente de la mina
San, Pedro del mineral del Salado al interior de Chañaral de las
Animas; don Abel, doña Rosa y doña Matilde Saavedra, y de los mayores
don Mariano Fidel y doña Leonor Saavedra de Alcérreca.
Con este propósito, y antes de entrar don
José Ramon Ovalle en una negociación
de esta naturaleza, pues tenía inevitablemente que desembolsar buenos
miles de pesos, se dirijió en el mes de Mayo del citado ano de 1858
al mineral de Carrizal, — acompañado del injeniero don Manuel A.
Osorio.
Encontré un mineral semi-abandonado, dice el señor Ovalle en una
exposición que tenemos a la mano, en que veía multitud de boca-minas;
pero mui pocas a cuyo alrededor se notara alguna actividad. Entré
a la Mondaca, cuya faena estaba en completa paralización. Descendí,
con riesgo de mi vida a su inmensa hondura, bordeando los precipicios
que formaban los extensos rasgos de sus antiguos disfrutes. Había
en sus planes una sola labor habilitada, que se encontraba en beneficio.
A más altura dos o tres remates de frontones comenzados daban igualmente
buena idea de la mina; aunque era de baja lei el metal que en ella
se veía.
VIII.
“Informándome de los antecedentes de esta mina, continúa el señor
Ovalle en su importante exposición que vamos extractando se me hizo
fabulosas relaciones de la abundancia de su producción en la antigüedad;
y se me aseguró, al mismo tiempo, que en los últimos catorce años
casi nada había producido, dejando siempre en la pobreza y aun en
bancarrota a sus dueños que la trabajaron." Y entrando en otro jénero
de consideraciones capitales, continúa el señor Ovalle, como que
era un experto y entendido minero y un hábil fundidor.
“Averigüé cuánto costaba a la sazón explotar cada quintal que de
ella se extraía, y supe que su costo llegaba casi al doble de su
valor en venta; ni podía ser de otra manera, teniendo que levantar
a espaldas de hombres, desde una profundidad inmensa y por caminos
incómodos y sumamente peligrosos, metal de baja lei mezclado casi
siempre con igual cantidad de piedra sin valor.
“Concebí la idea, de entrar en el negocio que se me proponía„ haciendo
desde luego el ánimo de emplear un capital crecido para establecer
en la mina piques y galerías enrieladas, y mui costosas enmaderaciones
en sus enormes rasgos, que soportando el peso del cerro, evitasen
sus desmoronamientos y con ellos la muerte de los trabajadores y
la ruina total de que la mina a todo instante hubiera estado amenazada,
siguiéndose en la antigua forma su laboreo”.
IX.
Siguió impertérrito el señor Ovalle en la persecución de los trabajos
de rehabilitación de la famosa Mondaca, labrandole un pique de rampla,
esto es, siguiendo la inclinación o manteo de la veta; enmaderó
este pique y otros laboreos que amenazaban ruina; colocóle una buena
máquina a vapor para la extracción de los minerales, y en jeneral
llevó a cabo con una tenacidad y decisión a toda prueba todos aquellos
otros trabajos de detalles siempre tan necesarios para la constitución
de una importante faena. En todos estos trabajos preparatorios invirtió
el señor Ovalle mas de 40 mil pesos, sin obtener todavía una sola
piedra de metal que sirviera para amortizar tan crecida deuda, aparte
de una suma de 68.776 pesos que él se obligó a cubrir como deuda
que la mina tenía contraída con don Roberto Waddington.
Un año más tarde, la mina Mondaca se declaraba en un riquísimo alcance
de bronces amarillos de una lei media de 16 a 18 % y en una anchura
que llegaba a veinte o más metros.
Desde su jigantesco alcance que tuvo lugar el año 59 o 60, hasta
ahora pocos años pasados, la mina Mondaca ha dado cerros de metal
y ha llenado los bolsillos a, todos sus propietarios.
En el día arrastra une existencia verdaderamente efímera; su gran
producción metálica ha desaparecido casi por completo, y se la sostiene
únicamente por cuenta de pirquineros o contratistas que más se ocupan
en rajarla y aterrarla que en abrir nuevos laboreos para un próximo
alcance.
La mina Mondaca en la actualidad, no tiene más de 400 metros verticales
de hondura; y sin embargo, cuando aún se pueden esperar de ella
alcances tan jigantescos como el que tuvo lugar el año de 1859 o
1860, se la relega al más triste abandono.
La mina Mondaca es el Pique o de la San José de Tamaya; puede aún
dar, no diremos miles de quintales y miles de pesos a sus dueños,
sino millones. Se hace preciso para esto pasar ese gran caballo
de piedra como dicen los mineros, pues está ya mui regularmente
admitido que después de los grandes alcances o clavos de metal aparecen
los grandes broceos o caballos de piedra.
Pero los mineros de nuestra tierra nunca han podido resignarse a
esperar que pase ese encabritado caballo, y por el contrario nunca
querrían que el hermoso clavo quedase remachado.
Somos acaso partidarios de la lei del embudo, o aceptamos en todas
sus partes las consecuencias inevitables de la balanza china?
Estamos por creerlo que así sea, pues de otro modo no comprendemos
el por qué de ese proceder anómalo, notablemente absurdo de la mayor
parte de nuestros mineros que consiste en abandonar o en solo amparar
una pertenencia importantísima bajo todo punto de vista por el mero
delito de haber dedo remate a un alcance monstruo anteponiéndole
un crucero o un caballo de piedra de veinte, treinta, cincuenta
o más metros de extensión vertical.
Nuestros abuelos abandonaban toda mina que llegase a la rejion de
los bronces, pues creían en aquellos benditos tiempos que el broceo
consistía o se declaraba cuando se alcanzaban los sulfuros. Esto
sucedió con Tamaya, La Laja, la Higuera, con Carrizal mismo, y en
jeneral con todos los minerales antiguos .de cobre que existen en
nuestro país.
Hoi tenemos en boga un nuevo sistema para abandonar las minas, por
fabulosamente ricas que hubiesen sido antes, sistema que además
de ser errado y profundamente perjudicial, como que afecta directamente
a nuestra industria minera, es el verdadero verdugo del ramo más
productivo e importante de nuestro rico territorio.
Sin embargo, preciso se hace esperar, y creemos que no esté lejano
el día en que estos malvados caballos de piedra desaparezcan definitivamente,
debido, si no a la pujanza y largueza de nuestros capitalistas y
mineros, al desprendimiento y crecido empuje del extranjero que
se proponga rehabilitar y explotar los importantísimos centros mineros
que hoi tienen a sus puertas al imprudente y taimado caballo de
piedra.
Por lo tanto, esperemos.
X.
En la misma importante corrida en que figura la célebre Mondaca,
un poco al norte, encuéntrense situadas algunas otras pertenencias
de antigua fama, tales como la Mina Grande, que se ha quedado estancada
en la rejion de los metales de color por los caballos de piedra;
y al sureste de esta última la poderosa Portezuelo, la mina más
profunda de todo el mineral, y creemos que también lo sea de todo
Chile, pues su hondura vertical se acerca a 700 metros, y propiedad
de los señores González, intelijentes mineros del Huasco; la Santa
Rita de los señores Ovalle Olivares, otra familia de valientes y
atrevidos mineros; la Compañía y Remolino, situadas al naciente
de la misma corrida, la Cortada, Contadora y muchísimas que sería
largo enumerar.
Maquina en desuso cerca de la mina Portezuelo en la Región de Atacama, Chile
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• Aracena, Francisco Marcial (1884): La industria del Cobre en
las Provincias de Atacama y Coquimbo. - 372 páginas; Imprenta del
Nuevo Mercurio, Valparaíso. (Colección W. Griem)
• GILLISS, J.M. (1855): The U.S. Naval Astonomical Expedition
to the southern Hemisfere, during the years 1849-50-51-52. - Volume 1 (Chile);
Washington A.O.P. Nicholson Printer. (Colección W. Griem)
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